Implante de fibra de carbono para la fijación de una fractura subtrocantérea patológica
Massachusetts General Hospital
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Presentamos el caso de un paciente con fractura patológica de fémur subtrocantéreo secundaria a un adenocarcinoma primario de pulmón no diagnosticado. La fractura, ocurrida en el contexto de un dolor atraucómico persistente de muslo y rodilla, motivó la rápida identificación de su naturaleza patológica en el Servicio de Urgencias. El plan de tratamiento implicó la reducción abierta y la fijación interna utilizando un clavo de fibra de carbono, considerando la necesidad inmediata de estabilización y los factores oncológicos subyacentes.
El objetivo principal era lograr la fijación de la fractura, que tradicionalmente se lograba con dispositivos intramedulares. Sin embargo, la decisión de emplear un clavo de fibra de carbono se tomó debido a la naturaleza patológica de la fractura y la posterior necesidad de intervención oncológica postoperatoria. La radiolucidez única de la fibra de carbono ayuda en la planificación de la radiación postoperatoria, lo que garantiza una visualización óptima y precisión en la detección de lesiones óseas. Este abordaje contribuye a la reducción de las fracturas a la vez que minimiza la interferencia con la radioterapia.
El procedimiento quirúrgico consistió en la varilla intramedular con un clavo de fibra de carbono, logrando una reducción exitosa de la fractura y un posicionamiento óptimo del hardware. La evaluación histopatológica confirmó adenocarcinoma de pulmón metastásico. En el postoperatorio, el paciente recibió radioterapia paliativa y terapia dirigida, demostrando una mejoría sustancial a los dos meses de seguimiento (Figura 6).
El caso destaca el uso estratégico de los implantes de fibra de carbono en el tratamiento de fracturas patológicas, ofreciendo ventajas en las imágenes postoperatorias, el seguimiento de la enfermedad y la precisión en la planificación de la radioterapia. El enfoque multidisciplinario subraya la importancia de tener en cuenta los matices de la selección de implantes, especialmente en la enfermedad ósea metastásica, para optimizar los resultados.
Implantes de fibra de carbono; fractura patológica; enfermedad ósea metastásica.
Un paciente presentó una fractura patológica de fémur subtrocantéreo en el lado derecho, que se presentó en el contexto de un adenocarcinoma de pulmón primario inicialmente no diagnosticado. Su historial médico incluía dolor atraucéntrico persistente en el muslo y la rodilla, que empeoraba progresivamente, culminando con un aumento repentino del dolor, debilidad en la pierna y una caída posterior después de que su pierna cediera en las escaleras. Tras la presentación en el Servicio de Urgencias, se identificó rápidamente el carácter patológico de la fractura. Después de una evaluación oncológica, el plan de tratamiento implicó una reducción abierta y una fijación interna, optando por un clavo de fibra de carbono debido a la necesidad inmediata de estabilización de la fractura y las consideraciones oncológicas subyacentes.
En este caso, el objetivo principal era lograr la fijación de la fractura, una tarea que tradicionalmente se realizaba con un dispositivo intramedular. Sin embargo, teniendo en cuenta la naturaleza patológica de la fractura y la posterior necesidad de intervención oncológica después de la cirugía, se tomó la decisión de utilizar un clavo de fibra de carbono. Las fracturas patológicas, comunes en las condiciones metastásicas, a menudo requieren radiación posoperatoria para tratar las células cancerosas residuales y facilitar la curación del hueso nativo. La implementación de la planificación del tratamiento de radiación, que implica la planificación de la simulación de TC, se ve significativamente favorecida por los implantes de fibra de carbono, lo que mejora la visualización y la precisión en la orientación de la lesión ósea. Este enfoque tiene como objetivo alcanzar el objetivo de la reducción de fracturas al tiempo que se minimiza la interferencia planteada por los implantes metálicos tradicionales durante la planificación de la radiación.
Se encontró que una mujer blanca geriátrica tenía una fractura patológica subtrocantérea. Por cierto, en un estudio posterior, se descubrió que el paciente tenía un carcinoma de pulmón primario. El empleo de un clavo de fibra de carbono durante la reducción abierta y la fijación interna no solo estabilizó la fractura, sino que también optimizó la precisión en la planificación de la radiación postoperatoria.
El paciente negó cualquier golpe en la cabeza o pérdida de conciencia y no mostró signos de delirio o confusión. La exploración física de la extremidad inferior derecha fue limitada por el dolor. Su pierna derecha estaba notablemente acortada. El examen reveló dolor y fuerza limitada en el extensor largo del dedo gordo (EHL), el flexor largo del dedo gordo (FHL), el tibial anterior (TA) y el gastrocnemio (GS). Los pulsos distales, incluyendo el dorsal del pie (DP) y el tibial posterior (PT), estaban intactos, y el pie derecho mostraba calor y perfusión adecuada. La evaluación posterior de la lesión de tejidos blandos reveló alteraciones en el nervio peroneo superficial (SPN), el nervio peroneo profundo (DPN), el nervio tibial (TN), el nervio safeno y el nervio sural.
Las radiografías de cadera y fémur derechos en su presentación inicial después de la caída revelaron una fractura subtrocantérea desplazada con desplazamiento medial del fragmento distal. La cabeza femoral permanecía bien asentada en el acetábulo y el resto del fémur estaba intacto (Figura 1). Se evidenció el estrechamiento del espacio articular degenerativo con osteofitos marginales. Una tomografía computarizada (TC) de tórax con contraste mostró una gran masa en el lóbulo superior derecho que recubre el bronquio del tronco principal, lo que resultó en una atelectasia completa del lóbulo superior derecho (Figura 2). La masa era sospechosa de malignidad. Múltiples ganglios linfáticos mediastínicos y bilaterales agrandados son preocupantes para la enfermedad metastásica. Una tomografía computarizada no realzada del fémur derecho reveló lucencias intracorticales inespecíficas de la diáfisis media femoral en el margen inferior de la fractura. Este hallazgo planteó preocupaciones por lesiones permeativas subyacentes y una fractura patológica (Figura 3). Aunque la resonancia magnética (RM) de seguimiento puede haber ayudado a determinar la presencia de lesiones óseas subyacentes, la evaluación en el entorno agudo está limitada por el edema y la hemorragia, lo que llevó a la decisión de renunciar a este examen.
Figura 1. AP y radiografías laterales de cadera derecha que ilustran una fractura subtrocantérea desplazada. La cabeza femoral mantiene la reducción dentro del acetábulo, mientras que el resto del fémur permanece estructuralmente intacto.
Figura 2. Durante una TAC de tórax con contraste, se encontró una masa heterogéneamente realzada, localizada en la región paramediastínica derecha del lóbulo superior derecho. La presencia de este hallazgo sugiere un diagnóstico de cáncer de pulmón primario.
Figura 3. Las imágenes de TC lateral y AP no contrastadas del fémur derecho muestran lucencias intracorticales en la diáfisis media femoral, lo que sugiere una posible fractura patológica.
Las fracturas patológicas, distintas de las fracturas traumáticas, surgen como resultado de una afección subyacente, que incluye, entre otros, osteoporosis, cáncer, infección o trastornos metabólicos. Esta categoría distintiva de fracturas se caracteriza por la influencia de procesos patológicos que comprometen la integridad estructural del hueso.1 Las fracturas patológicas pueden provocar una morbilidad significativa y una disminución de la calidad de vida en general.2 El sistema óseo es el tercer sitio más común para las metástasis, después del pulmón y el hígado.3 Alrededor del 70% de todas las metástasis óseas ocurren debido a cánceres de mama y próstata metastásicos, siendo los tumores de pulmón, riñón y tiroides las siguientes causas más comunes en términos de prevalencia.4
Los pacientes que experimentan fracturas patológicas pueden presentar dolor e hinchazón en el sitio de la fractura, junto con dificultad para deambular, reducción del rango de movimiento, equimosis, edema local y acortamiento notable de las extremidades.5 Un indicador clínico de las fracturas patológicas radica en su causa subyacente, que a menudo se presenta con un traumatismo mínimo, considerablemente menos fuerza que la requerida para fracturar un hueso sano.6 Aunque son poco frecuentes, las fracturas patológicas pueden ser el signo de presentación de una neoplasia maligna subyacente.7 Esto subraya la necesidad de una investigación meticulosa y un escrutinio diagnóstico, especialmente en los casos en que hay un historial de trauma limitado o ausente.
Una fractura patológica femoral presenta desafíos similares a una fractura traumática de fémur, pero introduce consideraciones postoperatorias adicionales que afectan la selección del implante. Al igual que el tratamiento de las fracturas de fémur en un hueso sano, es crucial lograr la reducción y estabilización de las fracturas. Esto no solo alivia el dolor y proporciona estabilidad para la deambulación, sino que también establece un entorno biomecánico propicio para la curación óptima de las fracturas.
El tratamiento de las fracturas subtrocantéreas presenta desafíos para lograr la reducción y la fijación, y la reducción a menudo requiere técnicas percutáneas o abiertas.8 La fijación quirúrgica, una intervención bien tolerada, demuestra resultados funcionales comparables a la fijación no patológica.9 Desde una perspectiva oncológica, el tratamiento de las células malignas en el hueso es fundamental para una curación ósea efectiva. En el régimen de tratamiento posterior a la fractura, la quimioterapia y la radioterapia desempeñan un papel crucial en el logro de este objetivo. La radioterapia, por lo general planificada con radioterapia de haz externo, requiere una tomografía computarizada previa al tratamiento para una planificación precisa. Sin embargo, la presencia de implantes metálicos puede causar dispersión del haz, lo que reduce la resolución de las imágenes y afecta los planes de radioterapia. Los implantes de fibra de carbono, desprovistos de las propiedades radiográficas de los metales, pueden cumplir eficazmente los objetivos de reducción y curación de fracturas, al tiempo que afectan mínimamente a las terapias adyuvantes esenciales para la radioterapia.10
El propósito de la fijación de huesos largos después de una fractura es facilitar la curación adecuada, restaurar la estabilidad y promover la recuperación funcional. Al considerar las opciones de tratamiento para las fracturas de fémur subtrocantéreo, las modalidades primarias de fijación incluyen la fijación con clavo o placa, y la literatura ortopédica actual favorece la fijación con clavo.8 En la selección de los materiales de los implantes, es imperativo tener en cuenta la etiología subyacente de la fractura y la competencia del cirujano con ambas técnicas.
Para los pacientes con fracturas patológicas secundarias a enfermedad ósea metastásica, los clavos de fibra de carbono pueden ser una alternativa preferible a los clavos de titanio, debido a su radiolucidez y propiedades mecánicas favorables.11,12 Los implantes de fibra de carbono disminuyen significativamente la dispersión en la TC y reducen el artefacto de susceptibilidad en la RMN, lo que permite una mejor visualización de la cicatrización ósea, la vigilancia postoperatoria de la recurrencia o progresión local de la enfermedad y la precisión en la planificación de la radiación.10,13,14
Si bien hay varias ventajas en la fijación de fibra de carbono, no hay diferencias en los resultados funcionales y los perfiles de complicaciones de la fijación de fibra de carbono y metal.11,12 Ambas técnicas logran el objetivo de estabilización de la fractura y mantenimiento de la reducción con un bajo riesgo de complicación y una cicatrización y biocompatibilidad bien documentadas. En consecuencia, el cirujano que opera debe sopesar cuidadosamente su competencia y nivel de comodidad con cada método de fijación y tipo de implante en el proceso de toma de decisiones.12,15
Al formular la estrategia de tratamiento para una fractura subtrocantérea patológica, es imperativo tener en cuenta los objetivos a corto y largo plazo. A corto plazo, el uso de un implante de fibra de carbono para la fijación tiene como objetivo establecer la estabilidad ósea después de la reducción de la fractura. La reducción de fracturas restaura la longitud de la extremidad, la tensión muscular y las relaciones anatómicas normales. Mantener esta reducción disminuye el dolor al estabilizar adecuadamente los fragmentos óseos.16 Como dispositivo de carga compartida, el implante puede permitir que el paciente se movilice de inmediato, reduciendo el riesgo de tromboembolismo venoso, úlceras de decúbito y desacondicionamiento rápido.17
En el postoperatorio intermedio, la estabilidad que proporciona el implante juega un papel crucial en la promoción de la cicatrización de las fracturas, especialmente cuando se combina con la terapia adyuvante para el tratamiento del cáncer.18 Optar por un implante de fibra de carbono no solo simplifica el seguimiento radiográfico postoperatorio de la enfermedad, sino que también mejora la precisión de la planificación de la radioterapia. Esta elección estratégica contribuye a mejorar la precisión y la eficacia en el enfoque general del tratamiento.19
Los implantes de fibra de carbono pueden estar contraindicados para tumores óseos diafisarios humerales que requieren una resección segmentaria grande con un segmento óseo residual corto (5 cm) y un espaciador de cemento sustancial. Dichos implantes pueden fallar por tensión debido a las fuerzas de flexión en la porción distal del clavo intramedular, donde hay un desajuste del módulo de elasticidad entre el espaciador de cemento y el hueso residual. En tales escenarios, los clavos intramedulares de titanio emergen como una opción preferible, ofreciendo una solución potencial para abordar los desafíos asociados con los implantes de fibra de carbono en este contexto específico.20
Los cirujanos deben tener en cuenta su familiaridad y nivel de comodidad con los implantes de fibra de carbono, teniendo en cuenta la curva de aprendizaje asociada con estos implantes. Los implantes de fibra de carbono se han relacionado con tiempos quirúrgicos y de fluoroscopia más largos, así como con una mayor pérdida de sangre, particularmente en oncología ortopédica y de columna.12,21 Es esencial equilibrar las consideraciones clínicas y la competencia del cirujano a la hora de decidir la idoneidad de los implantes de fibra de carbono en este campo especializado.
La utilización de implantes de fibra de carbono en ortopedia exige una consideración exhaustiva de varios factores clínicos fundamentales. A pesar de las tasas de complicaciones y fracasos comparables a las de los implantes de titanio, los implantes de fibra de carbono carecen de flexibilidad intraoperatoria para doblarse o contornearse. Los cirujanos deben llevar a cabo una planificación preoperatoria meticulosa para garantizar un ajuste óptimo.22 Si bien la radiolucidez de la fibra de carbono es ventajosa para los estudios de imagen postoperatorios, la confirmación de la posición del implante intraoperatoria puede plantear desafíos. Por el contrario, los implantes metálicos, aunque carecen de flexibilidad intraoperatoria, a menudo interrumpen el mapeo de la planificación de la radiación y dificultan el cálculo y la administración precisos de la dosis.23,24 Además, en situaciones en las que la enfermedad se extiende a la articulación y requiere reemplazo articular, los implantes de fibra de carbono pueden no ser la opción más adecuada. Por lo tanto, la decisión de emplear implantes de fibra de carbono implica una evaluación matizada de sus beneficios y limitaciones dentro de contextos clínicos específicos.
Se realizó una varilla intramedular del fémur derecho para la fijación quirúrgica de la lesión, además de una biopsia abierta para determinar la etiología de la enfermedad ósea metastásica. Según los estudios de imagen, parecía tratarse de un cáncer de pulmón primario con metástasis en el hueso. El paciente fue colocado en un decúbito lateral con la ayuda de una bolsa de frijoles. Todas las prominencias óseas estaban adecuadamente acolchadas. Se realizó la colocación de un rodillo subaxilar y la descarga del nervio peroneo izquierdo.
Se realizó una incisión lateral en la parte proximal del muslo y posteriormente se realizó un abordaje subvasto para exponer el sitio de la fractura. Un retractor Cobra facilitó la exposición después de la identificación del sitio de la fractura. Las muestras de patología permanente y congelada se obtuvieron mediante curetas. La patología congelada confirmó adenocarcinoma de pulmón metastásico. Se realizó un desbridamiento agresivo de la lesión tumoral, tanto en el interior como en el exterior del hueso. Se realizó una irrigación copiosa del campo quirúrgico con solución de peróxido.
Utilizando guantes nuevos y un nuevo conjunto de instrumentos, se realizó una incisión posterior proximal al sitio inicial para acceder al fémur proximal. La fascia del glúteo medio se incisó longitudinalmente para identificar la punta de la tuberosidad mayor. Una guía de 3,2 mm marcaba el punto de partida, lo que garantizaba una excelente posición tanto en la vista anteroposterior (AP) como en la lateral. El mantenimiento del fémur en una posición neutra se facilitó mediante un clavo de Shantz, que ayudó a la rotación interna y a la aducción del fragmento femoral proximal.
El fragmento significativamente flexionado se sometió a un posicionamiento adicional para garantizar la extensión. Se utilizó una herramienta de reducción de dedos, apoyada por dos clavos Shantz en el fémur proximal y la diáfisis femoral, para lograr la reducción anatómica de la fractura. Con la fractura reducida, se utilizó el escariador de apertura para abrir la trayectoria en el fémur proximal. Avanzando una guía con punta esférica, mantuvimos la reducción y confirmamos la excelente posición del alambre en el fémur distal. Se midió un clavo de fibra de carbono de 360 mm con un diámetro de 11 mm. Escariamos secuencialmente hasta un tamaño de 12,5 mm, e insertamos suavemente usando un intercambiador de tubos para quitar el alambre guía de la punta de bola e insertar el liso. El clavo femoral de fibra de carbono se insertó sobre el alambre liso de la manera tradicional, con el brazo de puntería colocado anteriormente, girando externamente el brazo de puntería a medida que avanza el clavo. La varilla se golpea hasta su posición final hasta que la parte superior de la varilla queda cubierta por el fémur proximal.
Manipulando los tejidos blandos, utilizamos la incisión de la biopsia para insertar el triple trochar a través del brazo de puntería. A continuación, insertamos a través de la guía femoral la trayectoria en el cuello femoral para el tornillo de cadera. Bajo fluoroscopia, se confirmó la posición correcta. Se logró escariar a una longitud de 95 mm. El instrumento para el tornillo de cadera se aseguró sin dificultad, inicialmente golpeando el camino y luego insertando el tornillo siguiendo la trayectoria marcada en el cuello femoral, y luego asegurándolo con el tornillo de ajuste.
Manteniendo un AP perfecto de la cadera y la rodilla derechas, la porción distal del clavo se aseguró con dos tornillos de titanio de 5,0 mm de 40 y 40,5 mm de longitud (Figura 4). Las imágenes finales confirmaron la reducción exitosa de la fractura y el posicionamiento óptimo del hardware (Figura 5). Se realizó un riego copioso, seguido de un cierre capa por capa. No hubo complicaciones durante el caso. La duración del caso fue de 121 minutos con una pérdida sanguínea estimada de 250 mL.
Figura 4. Se utilizaron imágenes de fluoroscopia para demostrar los diferentes pasos quirúrgicos involucrados en el tratamiento de la fractura de fémur. Esto incluyó mostrar el punto de partida y la reducción de la fractura mediante clavos Shantz. Se utilizaron imágenes adicionales para mostrar el clavo de fibra de carbono, el tornillo de cadera de fibra de carbono y dos tornillos de enclavamiento de titanio que se utilizaron para garantizar la estabilidad del clavo. Los marcadores radioopacos ayudaron a visualizar estas aperturas, observables tanto desde AP como desde vistas laterales. Cabe destacar que las guías para estos orificios de entrada difieren de las circulares estándar típicamente visibles en la fluoroscopia para clavos de titanio.
Figura 5. Una radiografía AP del fémur y una radiografía lateral de la rodilla con un poste de fijación de varilla intramedular de fibra de carbono para una fractura subtrocantérea patológica del fémur derecho muestran una alineación mejorada sin signos de complicaciones de hardware. La parte inferior de la pierna no revela lesiones líticas sospechosas adicionales y no hay indicios de nuevas fracturas.
Se realizó una biopsia abierta del fémur proximal derecho, además de la fijación quirúrgica, y una muestra de 5,5 x 5,5 x 2,5 cm, que consistía en fragmentos de tejido blando de color rosa rojizo polvoriento, se envió para su evaluación histopatológica por un patólogo de huesos y tejidos blandos capacitado en la beca. Se realizó una inmunotinción para PD-L1 en un bloque de tejido representativo y reveló >100 células tumorales disponibles para la puntuación. PD-L1 mostró tinción membranosa de fuerte intensidad en el >95 % de las células tumorales (puntuación de proporción tumoral, o TPS, >95 %).25 La inmunohistoquímica mostró células tumorales positivas para TTF-1 y Napsin-A y negativas para p40. Teniendo en cuenta estos hallazgos, el diagnóstico anatomopatológico definitivo de la lesión proximal del fémur derecho es carcinoma metastásico compatible con pulmón primario.De 26 a 28 años
Un mes después de la cirugía, el paciente recibió 20 Gy de radiación paliativa en cinco fracciones dirigida a la cadera derecha. En el contexto de la enfermedad ósea metastásica, la radioterapia mitiga la activación de los osteoclastos, destruye las células tumorales y alivia el dolor óseo al producir osificación.29 Al mismo tiempo, la oncología médica inició al paciente con Capmatinib, una terapia dirigida utilizada para tratar el cáncer de pulmón metastásico de células no pequeñas. A los dos meses de seguimiento, el paciente mostró una mejoría sustancial, pudiendo deambular sin andador. Sus rodillas estaban estables a la tensión en valgo y varo en extensión completa y 30° de flexión. La flexión, extensión, rotación interna y rotación externa de la cadera estuvieron dentro de los límites normales. A las seis semanas de iniciar el tratamiento con capmatinib, el paciente respondía bien al tratamiento. La TAC de tórax mostró una disminución de la masa en el lóbulo superior derecho y una disminución de las adenopatías mediastínicas e hiliares bilaterales. En su seguimiento más reciente, su estado funcional no ha mostrado cambios significativos, sin cambios de hardware perceptibles, y continúa recibiendo Capmatinib, sometiéndose a un seguimiento radiográfico frecuente (Figura 7).
Figura 6. Las radiografías AP y lateral del fémur y la radiografía lateral de la rodilla, dos meses después de la fijación, muestran una nueva formación de callo y puentes óseos, manteniendo la alineación original. No se presentan nuevas fracturas, pero se observan cambios degenerativos leves en la cadera derecha.
Figura 7. A los seis meses después de la fijación, las radiografías de AP y de fémur lateral revelan la formación continua de callos y un abundante puente óseo, manteniendo la alineación inicial. La fractura muestra signos de cicatrización incompleta junto con la presencia de formación ósea heterotópica. No hay complicaciones de hardware discernibles ni indicios de nuevas fracturas. Además, persisten cambios degenerativos análogos en la cadera derecha.
La metástasis desempeña un papel importante en la morbilidad y mortalidad asociadas con el cáncer.30 El cáncer de pulmón, el segundo carcinoma más común en hombres y mujeres, respectivamente, muestra una preferencia por la metástasis en el cerebro, los huesos y las glándulas suprarrenales.31,32 La enfermedad ósea metastásica no solo inflige un dolor debilitante a los pacientes, sino que también impone una carga financiera sustancial. La estimación actual de 250,000 pacientes en los Estados Unidos que lidian con esta afección se traduce en un costo anual de atención médica de $12 mil millones.33,34 Los avances en los tratamientos, al mismo tiempo que mejoran las tasas de supervivencia del cáncer, han llevado a una mayor incidencia de enfermedad ósea metastásica. Las fracturas patológicas derivadas de esta afección se derivan de numerosas lesiones que alcanzan un tamaño que pone en peligro la integridad estructural del hueso, culminando finalmente en fracturas.35 Para mejorar la supervivencia y la calidad de vida de los pacientes a largo plazo, es crucial priorizar estratégicamente las modalidades de tratamiento adecuadas en el manejo de la enfermedad.36
Dado que este paciente no presentaba un diagnóstico oncológico previo a la fractura de fémur, es importante destacar los puntos clave que pueden ayudar a identificar las lesiones óseas de riesgo antes de la fractura. El paciente informó varios meses de dolor en la cadera antes de la fractura, que a menudo puede ser el primer hallazgo clínico de cualquier carcinoma visceral. Se deben investigar los hallazgos de la anamnesis y del examen físico que revelan dolor que no tiene explicación, especialmente el dolor funcional. El método de evaluación más adecuado es con radiografías simples de todo el hueso de la extremidad afectada, para asegurar que el dolor referido no es un factor clínico enmascarante.
Una vez que la fractura se ha tratado adecuadamente y el paciente ha sobrevivido a la fase postoperatoria inmediata, la atención debe centrarse en el tratamiento de la enfermedad subyacente, lo que requiere un enfoque multidisciplinario que involucre oncología médica y radioterápica. La oncología médica proporciona tratamiento sistémico tanto para el cáncer primario como para sus lesiones metastásicas. La oncología radioterápica cumple un propósito crítico en el tratamiento local dentro del período postoperatorio subagudo, ya que se dirige agresivamente a las células cancerosas diseminadas para facilitar el proceso esencial de curación ósea. Aunque las series de casos informan una tasa más baja de progresión de la enfermedad después de la estabilización del clavo medular, el riesgo de falla del hardware aumenta con la supervivencia del paciente.37,38 Los implantes de fibra de carbono pueden mejorar el control de enfermedades y la cicatrización ósea cuando se utilizan con técnicas de imagen avanzadas.12 Los estudios que investigan los resultados informados por los pacientes y la rentabilidad de los implantes de fibra de carbono en comparación con el titanio pueden mejorar la adopción clínica.
No se utiliza ningún equipo especial más allá del implante de fibra de carbono.
El autor para correspondencia es un orador remunerado y consultor de CarboFix Orthopaedics Ltd.
El paciente al que se refiere este artículo en vídeo ha dado su consentimiento informado para ser filmado y es consciente de que la información y las imágenes se publicarán en línea.
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Rizk PA, Werenski JO, Lozano-Calderón SA. Implante de fibra de carbono para la fijación de una fractura subtrocantérea patológica. J Med Insight. 2024; 2024(443). doi:10.24296/jomi/443.