Implante de fibra de carbono para la fijación de una fractura subtrocantérea patológica
Massachusetts General Hospital
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En este trabajo, presentamos un paciente con una fractura patológica de fémur subtrocantéreo secundaria a un adenocarcinoma de pulmón primario no diagnosticado. La fractura, ocurrida en el contexto de un dolor atraumático persistente en el muslo y la rodilla, provocó una rápida identificación de su naturaleza patológica en el Servicio de Urgencias. El plan de tratamiento implicó la reducción abierta y la fijación interna utilizando un clavo de fibra de carbono, considerando la necesidad inmediata de estabilización y los factores oncológicos subyacentes.
El enfoque principal fue lograr la fijación de fracturas, tradicionalmente lograda con dispositivos intramedulares. Sin embargo, la decisión de emplear un clavo de fibra de carbono se tomó debido a la naturaleza patológica de la fractura y la posterior necesidad de intervención oncológica postoperatoria. La radiolucidez única de la fibra de carbono ayuda en la planificación de la radiación postoperatoria, lo que garantiza una visualización y precisión óptimas en la orientación de las lesiones óseas. Este enfoque contribuye a la reducción de fracturas al tiempo que minimiza la interferencia con la radioterapia.
El procedimiento quirúrgico consistió en una varilla intramedular con un clavo de fibra de carbono, logrando una reducción exitosa de la fractura y un posicionamiento óptimo del hardware. La evaluación histopatológica confirmó el adenocarcinoma de pulmón metastásico. En el postoperatorio, el paciente recibió radiación paliativa y terapia dirigida, lo que demostró una mejoría sustancial a los dos meses de seguimiento (Figura 6).
El caso destaca el uso estratégico de los implantes de fibra de carbono en el manejo de fracturas patológicas, ofreciendo ventajas en imágenes postoperatorias, monitoreo de enfermedades y precisión en la planificación de la radioterapia. El enfoque multidisciplinario subraya la importancia de considerar los matices de la selección de implantes, especialmente en la enfermedad ósea metastásica, para optimizar los resultados.
Implantes de fibra de carbono; fractura patológica; enfermedad ósea metastásica.
Un paciente presentó una fractura patológica de fémur subtrocantéreo en el lado derecho, que ocurrió en el contexto de un adenocarcinoma de pulmón primario no diagnosticado inicialmente. Su historial médico incluía dolor atraumático persistente en el muslo y la rodilla, que empeoraba progresivamente, culminando en un aumento repentino del dolor, debilidad en las piernas y una caída posterior después de que su pierna cediera en las escaleras. Tras la presentación al Servicio de Urgencias, se identificó rápidamente el carácter patológico de la fractura. Después de una evaluación oncológica, el plan de tratamiento implicó una reducción abierta y fijación interna, optando por un clavo de fibra de carbono debido a la necesidad inmediata de estabilización de fracturas y las consideraciones oncológicas subyacentes.
En este caso, el enfoque principal fue lograr la fijación de fracturas, una tarea que tradicionalmente se realiza con un dispositivo intramedular. Sin embargo, teniendo en cuenta la naturaleza patológica de la fractura y la posterior necesidad de intervención oncológica después de la cirugía, se tomó la decisión de utilizar un clavo de fibra de carbono. Las fracturas patológicas, comunes en las condiciones metastásicas, a menudo requieren radiación postoperatoria para tratar las células cancerosas residuales y facilitar la curación del hueso nativo. La implementación de la planificación del tratamiento de radiación, que implica la planificación de la simulación de TC, se ve favorecida significativamente por los implantes de fibra de carbono, lo que mejora la visualización y la precisión en la orientación de la lesión ósea. Este enfoque tiene como objetivo alcanzar el objetivo de reducción de fracturas al tiempo que minimiza la interferencia que representan los implantes metálicos tradicionales durante la planificación de la radiación.
Se encontró que una mujer blanca geriátrica tenía una fractura patológica subtrocantérea. Por cierto, en un estudio adicional, se descubrió que el paciente tenía un carcinoma de pulmón primario. El empleo de un clavo de fibra de carbono durante la reducción abierta y la fijación interna no solo estabilizó la fractura, sino que también optimizó la precisión en la planificación de la radiación postoperatoria.
El paciente negó cualquier golpe en la cabeza o pérdida del conocimiento y no mostró signos de delirio o confusión. El examen físico de la extremidad inferior derecha fue limitado debido al dolor. Su pierna derecha se acortó notablemente. El examen reveló dolor y fuerza limitada en el extensor largo del dedo gordo (EHL), el flexor largo del dedo gordo (FHL), el tibial anterior (TA) y el gastrocnemio (GS). Los pulsos distales, incluidos dorsalis pedis (DP) y tibial posterior (PT), estaban intactos, y el pie derecho mostraba calor y perfusión adecuada. La evaluación posterior de la lesión de los tejidos blandos reveló alteraciones en el nervio peroneo superficial (SPN), el nervio peroneo profundo (DPN), el nervio tibial (TN), el nervio safeno y el nervio sural.
Las imágenes de rayos X de la cadera derecha y el fémur en su presentación inicial después de la caída revelaron una fractura subtrocantérea desplazada con desplazamiento medial del fragmento distal. La cabeza femoral permaneció bien asentada en el acetábulo y el resto del fémur estaba intacto (Figura 1). Se evidenció un estrechamiento degenerativo del espacio articular con osteofitos marginales. Una tomografía computarizada (TC) con contraste del tórax mostró una gran masa en el lóbulo superior derecho que encerraba el bronquio principal derecho, lo que resultó en atelectasia completa del lóbulo superior derecho (Figura 2). La masa era sospechosa de malignidad. Los ganglios linfáticos mediastínicos y hiliares bilaterales agrandados múltiples son preocupantes para la enfermedad metastásica. Una tomografía computarizada no realzada del fémur derecho reveló lucencias intracorticales inespecíficas de la diáfisis media femoral en el margen inferior de la fractura. Este hallazgo generó preocupaciones por lesiones permeativas subyacentes y una fractura patológica (Figura 3). Aunque la resonancia magnética (RM) de seguimiento puede haber ayudado a determinar la presencia de lesiones óseas subyacentes, la evaluación en el entorno agudo está limitada por el edema y la hemorragia, lo que lleva a la decisión de renunciar a este examen.
Figura 1. Radiografías AP y laterales de la cadera derecha que ilustran una fractura subtrocantérea desplazada. La cabeza femoral mantiene la reducción dentro del acetábulo, mientras que el resto del fémur permanece estructuralmente intacto.
Figura 2. Se encontró una masa heterogéneamente realzada, ubicada en la región paramediastínica derecha del lóbulo superior derecho, durante una TC de tórax con contraste. La presencia de este hallazgo sugiere un diagnóstico de cáncer de pulmón primario.
Figura 3. Las imágenes de TC laterales y AP no contrastadas del fémur derecho muestran lucencias intracorticales en la diáfisis media femoral, lo que sugiere una posible fractura patológica.
Las fracturas patológicas, distintas de las fracturas traumáticas, surgen como resultado de una afección subyacente, que incluye, entre otros, osteoporosis, cáncer, infección o trastornos metabólicos. Esta categoría distintiva de fracturas se caracteriza por la influencia de procesos patológicos que comprometen la integridad estructural del hueso.1 Las fracturas patológicas pueden provocar una morbilidad significativa y una disminución de la calidad de vida en general.2 El sistema esquelético se ubica como el tercer sitio más común para las metástasis, después del pulmón y el hígado.3 Alrededor del 70% de todas las metástasis óseas ocurren debido a cánceres de mama y próstata metastásicos, siendo los tumores de pulmón, riñón y tiroides las siguientes causas más comunes en términos de prevalencia.4
Los pacientes que experimentan fracturas patológicas pueden presentar dolor e hinchazón en el sitio de la fractura, junto con dificultad para deambular, rango de movimiento reducido, equimosis, edema local y acortamiento notable de las extremidades.5 Un indicador clínico de fracturas patológicas radica en su causa subyacente, que a menudo se presenta con un trauma mínimo, considerablemente menos fuerza que la requerida para fracturar un hueso sano.6 Aunque son poco frecuentes, las fracturas patológicas pueden ser el signo de presentación de una neoplasia maligna subyacente.7 Esto subraya la necesidad de una investigación meticulosa y un escrutinio diagnóstico, especialmente en los casos en que hay antecedentes de traumatismos limitados o ausentes.
Una fractura patológica femoral presenta desafíos similares a una fractura traumática de fémur, pero introduce consideraciones postoperatorias adicionales que afectan la selección del implante. Al igual que el manejo de las fracturas de fémur en huesos sanos, es crucial lograr la reducción y estabilización de fracturas. Esto no solo alivia el dolor y proporciona estabilidad para la deambulación, sino que también establece un entorno biomecánico propicio para una curación óptima de fracturas.
El manejo de las fracturas subtrocantéreas presenta desafíos para lograr la reducción y la fijación, y la reducción a menudo requiere técnicas percutáneas o abiertas.8 La fijación quirúrgica, una intervención bien tolerada, demuestra resultados funcionales comparables a la fijación no patológica.9 Desde una perspectiva oncológica, el tratamiento de las células malignas en el hueso es fundamental para una curación ósea efectiva. En el régimen de tratamiento posterior a la fractura, la quimioterapia y la radioterapia desempeñan un papel crucial para lograr este objetivo. La radioterapia, generalmente planificada con terapia de haz externo, requiere una tomografía computarizada previa al tratamiento para una planificación precisa. Sin embargo, la presencia de implantes metálicos puede causar dispersión del haz, lo que reduce la resolución de las imágenes y afecta los planes de radioterapia. Los implantes de fibra de carbono, desprovistos de las propiedades radiográficas de los metales, pueden cumplir eficazmente los objetivos de reducción y curación de fracturas al tiempo que afectan mínimamente las terapias adyuvantes esenciales para la radioterapia.10
El propósito de la fijación de huesos largos después de una fractura es facilitar la curación adecuada, restaurar la estabilidad y promover la recuperación funcional. Al considerar las opciones de tratamiento para las fracturas de fémur subtrocantéreas, las modalidades principales de fijación incluyen la fijación de clavos o placas, y la literatura ortopédica actual favorece la fijación de clavos.8 En la selección de los materiales del implante, es imperativo tener en cuenta la etiología subyacente de la fractura y la competencia del cirujano con ambas técnicas.
Para pacientes con fracturas patológicas secundarias a enfermedad ósea metastásica, los clavos de fibra de carbono pueden ser una alternativa preferible a los clavos de titanio, debido a su radiolucidez y propiedades mecánicas favorables.11,12 Los implantes de fibra de carbono disminuyen significativamente la dispersión en la TC y reducen el artefacto de susceptibilidad en la RM, lo que permite una mejor visualización de la curación ósea, la vigilancia postoperatoria de la recurrencia o progresión local de la enfermedad y la precisión en la planificación de la radiación.10,13,14
Si bien la fijación de fibra de carbono tiene varias ventajas, no hay diferencias en los resultados funcionales y los perfiles de complicaciones de la fijación de fibra de carbono y metal.11,12 Ambas técnicas logran el objetivo de la estabilización de la fractura y el mantenimiento de la reducción con un bajo riesgo de complicaciones y una curación y biocompatibilidad bien documentadas. En consecuencia, el cirujano que opera debe sopesar cuidadosamente su competencia y nivel de comodidad con cada método de fijación y tipo de implante en el proceso de toma de decisiones.12,15
Al formular la estrategia de tratamiento para una fractura subtrocantérea patológica, es imperativo tener en cuenta los objetivos a corto y largo plazo. A corto plazo, el uso de un implante de fibra de carbono para la fijación tiene como objetivo establecer la estabilidad ósea después de la reducción de la fractura. La reducción de fracturas restaura la longitud de las extremidades, la tensión muscular y las relaciones anatómicas normales. Mantener esta reducción disminuye el dolor al estabilizar adecuadamente los fragmentos óseos.16 Como dispositivo de carga compartida, el implante puede permitir que el paciente se movilice de inmediato, reduciendo el riesgo de tromboembolismo venoso, úlceras de decúbito y desacondicionamiento rápido.17
En el período postoperatorio intermedio, la estabilidad que proporciona el implante juega un papel crucial en la promoción de la cicatrización de fracturas, especialmente cuando se combina con la terapia adyuvante para el tratamiento del cáncer.18 Optar por un implante de fibra de carbono no solo simplifica el monitoreo de la enfermedad radiográfica postoperatoria, sino que también mejora la precisión de la planificación de la radioterapia. Esta elección estratégica contribuye a mejorar la precisión y la eficacia en el enfoque general del tratamiento.19
Los implantes de fibra de carbono pueden estar contraindicados para tumores óseos diafisarios humerales que requieren una resección segmentaria grande con un segmento óseo residual corto (5 cm) y un espaciador de cemento sustancial. Dichos implantes pueden fallar por tensión debido a las fuerzas de flexión en la porción distal del clavo intramedular, donde hay un módulo de desajuste de elasticidad entre el espaciador de cemento y el hueso residual. En tales escenarios, los clavos intramedulares de titanio emergen como una opción preferible, ofreciendo una solución potencial para abordar los desafíos asociados con los implantes de fibra de carbono en este contexto específico.20
Los cirujanos deben tener en cuenta su familiaridad y nivel de comodidad con los implantes de fibra de carbono, considerando la curva de aprendizaje asociada con estos implantes. Los implantes de fibra de carbono se han relacionado con tiempos quirúrgicos y de fluoroscopia más largos, así como con una mayor pérdida de sangre, particularmente en oncología ortopédica y de columna.12,21 Equilibrar las consideraciones clínicas y la competencia del cirujano es esencial al decidir sobre la idoneidad de los implantes de fibra de carbono en este campo especializado.
La utilización de implantes de fibra de carbono en ortopedia exige una consideración exhaustiva de varios factores clínicos fundamentales. A pesar de las tasas comparables de complicaciones y fallas de los implantes de titanio, los implantes de fibra de carbono carecen de flexibilidad intraoperatoria para doblarse o contornearse. Los cirujanos deben realizar una planificación preoperatoria meticulosa para garantizar un ajuste óptimo.22 Si bien la radiolucidez de la fibra de carbono es ventajosa para los estudios de imágenes postoperatorios, confirmar la posición del implante intraoperatoriamente puede plantear desafíos. Por el contrario, los implantes metálicos, aunque carecen de flexibilidad intraoperatoria, a menudo interrumpen el mapeo de la planificación de la radiación y dificultan el cálculo y la administración precisos de la dosis.23,24 Además, en situaciones en las que la enfermedad se extiende a la articulación y requiere un reemplazo articular, los implantes de fibra de carbono pueden no ser la opción más adecuada. Por lo tanto, la decisión de emplear implantes de fibra de carbono implica una evaluación matizada de sus beneficios y limitaciones dentro de contextos clínicos específicos.
Se realizó una varilla intramedular del fémur derecho para la fijación quirúrgica de la lesión, además de una biopsia abierta para determinar la etiología de la enfermedad ósea metastásica. Según los estudios de imágenes, esto parecía ser un cáncer de pulmón primario con metástasis en el hueso. El paciente fue colocado en un decúbito lateral con la ayuda de una bolsa de frijoles. Todas las prominencias óseas estaban adecuadamente acolchadas. Se realizó la colocación de un rodillo subaxilar y la descarga del nervio peroneo izquierdo.
Se realizó una incisión lateral en el muslo proximal y posteriormente se realizó un abordaje subvasto para exponer el sitio de la fractura. Un retractor Cobra facilitó la exposición después de la identificación del sitio de la fractura. Las muestras de patología permanente y congelada se obtuvieron mediante curetas. La patología congelada confirmó el adenocarcinoma de pulmón metastásico. Se realizó un desbridamiento agresivo de la lesión tumoral, tanto dentro como fuera del hueso. Se realizó una irrigación copiosa del campo quirúrgico con solución de peróxido.
Utilizando guantes nuevos y un nuevo conjunto de instrumentos, se realizó una incisión posterior proximal al sitio inicial para acceder al fémur proximal. La fascia del glúteo medio se hizo una incisión longitudinal para identificar la punta de la tuberosidad mayor. Una guía de 3,2 mm marcaba el punto de partida, asegurando una excelente posición tanto en vista anteroposterior (AP) como lateral. El mantenimiento del fémur en una posición neutral fue facilitado por un clavo de Shantz, lo que ayudó en la rotación interna y la aducción del fragmento femoral proximal.
El fragmento significativamente flexionado se sometió a un posicionamiento adicional para garantizar la extensión. Se utilizó una herramienta de reducción de dedos, sostenida por dos clavos de Shantz en el fémur proximal y la diáfisis femoral, para lograr la reducción anatómica de la fractura. Con la fractura reducida, se utilizó el escariador de apertura para abrir la trayectoria en el fémur proximal. Avanzando una guía con punta esférica, mantuvimos la reducción y confirmamos la excelente posición del alambre en el fémur distal. Se midió un clavo de fibra de carbono de 360 mm con un diámetro de 11 mm. Escariamos secuencialmente hasta un tamaño de 12,5 mm e insertamos suavemente usando un intercambiador de tubos para quitar el alambre guía de la punta esférica e insertar el liso. El clavo femoral de fibra de carbono se insertó sobre el alambre liso de la manera tradicional, con el brazo de puntería colocado anteriormente, girando externamente el brazo de puntería a medida que avanza el clavo. La varilla se golpea hasta su posición final hasta que la parte superior de la varilla está cubierta por el fémur proximal.
Manipulando los tejidos blandos, utilizamos la incisión de la biopsia para insertar el triple trocar a través del brazo de puntería. Luego insertamos a través de la guía femoral para la trayectoria en el cuello femoral para el tornillo de cadera. Bajo fluoroscopia, se confirmó la posición adecuada. Se logró escariar a una longitud de 95 mm. El instrumento para el tornillo de cadera se aseguró sin dificultad, golpeando inicialmente la trayectoria y luego insertando el tornillo siguiendo la trayectoria marcada en el cuello femoral, y luego asegurándolo con el tornillo de ajuste.
Manteniendo una PA perfecta de la cadera y la rodilla derechas, la porción distal del clavo se aseguró con dos tornillos de titanio de 5,0 mm de 40 y 40,5 mm de longitud (Figura 4). Las imágenes finales confirmaron una reducción exitosa de la fractura y un posicionamiento óptimo del hardware (Figura 5). Se realizó una irrigación copiosa, seguida de un cierre capa por capa. No hubo complicaciones durante el caso. La duración del caso fue de 121 minutos con una pérdida de sangre estimada de 250 ml.
Figura 4. Se utilizaron imágenes de fluoroscopia para demostrar los diferentes pasos quirúrgicos involucrados en el tratamiento de la fractura de fémur. Esto incluyó mostrar el punto de partida y la reducción de la fractura con clavos de Shantz. Se utilizaron imágenes adicionales para mostrar el clavo de fibra de carbono, el tornillo de cadera de fibra de carbono y dos tornillos entrelazados de titanio que se utilizaron para garantizar la estabilidad del clavo. Los marcadores radiopacos ayudaron a visualizar estas aberturas, observables tanto desde AP como desde vistas laterales. Cabe destacar que las guías para estos orificios de entrada difieren de las circulares estándar típicamente visibles en la fluoroscopia para clavos de titanio.
Figura 5. Una radiografía AP del fémur y una radiografía lateral de la rodilla después de la fijación de la varilla intramedular de fibra de carbono para una fractura subtrocantérea patológica del fémur derecho muestran una mejor alineación sin signos de complicaciones de hardware. La parte inferior de la pierna no revela lesiones líticas sospechosas adicionales y no hay indicios de nuevas fracturas.
Se realizó una biopsia abierta del fémur proximal derecho además de la fijación quirúrgica, y se envió una muestra de 5,5 x 5,5 x 2,5 cm, que consistía en fragmentos de tejido blando de color rosa rojizo polvoriento, para su evaluación histopatológica por parte de un patólogo óseo y de tejidos blandos capacitado en becas. Se realizó una inmunotinción para PD-L1 en un bloque tisular representativo y reveló >100 células tumorales disponibles para la puntuación. PD-L1 mostró tinción membranosa de fuerte intensidad en >95% de las células tumorales (puntuación de proporción tumoral, o TPS, >95%).25 La inmunohistoquímica mostró células tumorales que fueron positivas para TTF-1 y Napsin-A y negativas para p40. Dados estos hallazgos, el diagnóstico patológico final de la lesión proximal derecha del fémur es carcinoma metastásico compatible con primario de pulmón.26–28
Un mes después de la cirugía, el paciente recibió 20 Gy de radiación paliativa en cinco fracciones dirigidas a la cadera derecha. En el contexto de la enfermedad ósea metastásica, la radioterapia mitiga la activación de los osteoclastos, destruye las células tumorales y alivia el dolor óseo al producir osificación.29 Al mismo tiempo, la oncología médica inició al paciente con capmatinib, una terapia dirigida utilizada para tratar el cáncer de pulmón de células no pequeñas metastásico. A los dos meses de seguimiento, el paciente demostró una mejoría sustancial, pudiendo deambular sin andador. Sus rodillas eran estables a la tensión en valgo y varo en extensión completa y 30° de flexión. La flexión de la cadera, la extensión, la rotación interna y la rotación externa estaban dentro de los límites normales. A las seis semanas de comenzar con Capmatinib, el paciente respondía bien al tratamiento. Una tomografía computarizada de tórax mostró una disminución de la masa en el lóbulo superior derecho y una disminución de la linfadenopatía mediastínica e hiliar bilateral. En su seguimiento más reciente, su estado funcional no ha mostrado cambios significativos sin cambios de hardware discernibles, y continúa recibiendo Capmatinib, sometiéndose a monitoreo radiográfico frecuente (Figura 7).
Figura 6. Las radiografías AP y laterales del fémur y una radiografía lateral de la rodilla, dos meses después de la fijación, muestran una nueva formación de callos y puentes óseos, manteniendo la alineación original. No hay nuevas fracturas presentes, pero se observan cambios degenerativos leves en la cadera derecha.
Figura 7. A los seis meses después de la fijación, las radiografías de PA y fémur lateral revelan una formación continua de callos y un copioso puente óseo, manteniendo la alineación inicial. La fractura muestra signos de curación incompleta junto con la presencia de formación ósea heterotópica. No hay complicaciones de hardware discernibles ni indicios de nuevas fracturas. Además, persisten cambios degenerativos análogos en la cadera derecha.
La metástasis juega un papel importante en la morbilidad y mortalidad asociadas con el cáncer.30 El cáncer de pulmón, el segundo carcinoma más común en hombres y mujeres, respectivamente, exhibe una preferencia por la metástasis en el cerebro, los huesos y las glándulas suprarrenales.31,32 La enfermedad ósea metastásica no solo inflige dolor debilitante a los pacientes, sino que también impone una carga financiera sustancial. La estimación actual de 250,000 pacientes en los Estados Unidos que luchan contra esta afección se traduce en un costo anual de atención médica de $ 12 mil millones.33,34 Los avances en los tratamientos, al tiempo que mejoran las tasas de supervivencia del cáncer, han llevado a una mayor incidencia de enfermedad ósea metastásica. Las fracturas patológicas derivadas de esta afección se derivan de numerosas lesiones que alcanzan un tamaño que pone en peligro la integridad estructural del hueso, culminando finalmente en fracturas.35 Para mejorar la supervivencia y la calidad de vida de los pacientes a largo plazo, es crucial priorizar estratégicamente las modalidades de tratamiento adecuadas en el manejo de la enfermedad.36
Como este paciente no tenía un diagnóstico oncológico previo a la fractura de fémur, es importante destacar los puntos clave que pueden ayudar a identificar lesiones óseas de riesgo antes de la fractura. El paciente informó varios meses de dolor en la cadera antes de la fractura, que a menudo puede ser el primer hallazgo clínico de cualquier carcinoma visceral. Se deben investigar los hallazgos astutos de la anamnesis y el examen físico que revelan un dolor que no tiene explicación, especialmente el dolor funcional. El método de evaluación más apropiado es con radiografías simples de todo el hueso de la extremidad afectada, para garantizar que el dolor referido no sea un factor clínico enmascarante.
Una vez que la fractura se trata adecuadamente y el paciente ha sobrevivido a la fase postoperatoria inmediata, la atención debe centrarse en abordar la enfermedad subyacente, lo que requiere un enfoque multidisciplinario que involucre oncología médica y radioterápica. La oncología médica proporciona tratamiento sistémico tanto para el cáncer primario como para sus lesiones metastásicas. La oncología radioterápica tiene un propósito crítico en el tratamiento local dentro del período postoperatorio subagudo, dirigiéndose agresivamente a las células cancerosas diseminadas para facilitar el proceso esencial de curación ósea. Aunque las series de casos informan una tasa más baja de progresión de la enfermedad después de la estabilización de la uña medular, el riesgo de falla del hardware aumenta con la supervivencia del paciente.37,38 Los implantes de fibra de carbono pueden mejorar el control de enfermedades y la curación ósea cuando se utilizan con técnicas avanzadas de imagen.12 Los estudios que investigan los resultados informados por los pacientes y la rentabilidad de los implantes de fibra de carbono frente al titanio pueden mejorar la adopción clínica.
No se utiliza ningún equipo especial más allá del implante de fibra de carbono.
El autor correspondiente es un orador y consultor pagado por CarboFix Orthopaedics Ltd.
El paciente al que se hace referencia en este artículo de video ha dado su consentimiento informado para ser filmado y es consciente de que la información y las imágenes se publicarán en línea.
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Animación añadida después de la publicación el 10/03/2025. No se realizaron cambios en el contenido del artículo.
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Rizk PA, Werenski JO, Lozano-Calderón SA. Implante de fibra de carbono para la fijación de una fractura subtrocantérea patológica. J Med Insight. 2024; 2024(443). doi:10.24296/jomi/443.